miércoles, agosto 14, 2013

Vos

Cuando me encuentro por casualidad con alguien
lamento que no hayas sido vos.
Me gustaría que al llegar tarde a un lugar
todos pensaran que fue por vos.
Si escribo una novela
te la voy a dedicar a vos.
Si gano un premio
en el discurso de aceptación voy a agradecerte a vos.
Si me entrevistan en la calle
por algún accidente que vi
solo voy a poder contarle a los periodistas de vos.
Si alguna vez tengo otra novia
quiero que a la pobre todos la confundan con vos.
Me caen bien las mujeres que conozco
que se llaman como vos.
Me siento encantado cuando veo a alguna chica
que se me hace parecida a vos.
Cuando recibo una buena noticia
primero te la quiero contar a vos.
Cuando quiero llamar a alguien
por error suelo llamarte a vos.
Cuando doy clases a veces pierdo el hilo de lo que digo
porque mencioné algo que me hizo acordar a vos.
Si me suicido
en la carta va a decir de todo
menos que fue por vos.
Por vos abrí un libro que siempre me había resistido a leer.
Por vos lloré una vez solo en el cine.
Por vos me dejé el bigote.
Por vos renuncié a todo lo que creía.
Por vos volví a creerlo
porque te pareció que estaba siendo demasiado obsecuente.
Mis amigos están cansados de que les hable de vos.
Los amigos de mis amigos saben bien quien sos vos.
Las madres de todos ellos, cuando me ven,
me preguntan por vos.
Odio el trabajo
porque me impide de a ratos
pensar en vos.
Odio la muerte
porque me va a sacar años
que podría pasar con vos.
Odio la memoria
que me da la consciencia
de no estar frente a vos.
El gato de mi hermano nunca fue tan manso
como cuando lo acariciaste vos.
Cuando terminé la facultad me puse triste
porque ya no me iba a cruzar tanto con vos.
No tiene sentido discutir a muerte con nadie
después de haberlo hecho con vos.
Me gustaría que algún día,
cuando lea este poema,
entre la gente estés vos.
Si lo llegás a escuchar
o a leer
sería genial
que te des cuenta sola
de que estoy hablando de vos.

sábado, agosto 03, 2013

El amante indie

Yo salí con una chica
que había tenido
un amante indie.

Se enamoraron comiendo
en un chino vegano
de Corrientes al mil.

Su romance duró poco
pero todo confluía
para recordármelo.

Cuando se cruzaban
-y bastante se cruzaban-
a ella le brillaban los ojos
como discos de vinilo nuevos.

Él siempre aprovechaba para contarle
que el gato de su hermano
nunca había sido tan manso
como cuando ella lo acarició.

Ella trataba de ocultar
cuánto se sonrojaba
y trataba de desviar la charla
hablando de bandas.

Era evidente que esta muchacha
se desintoxicaba
de un amor alternativo
aburriéndose conmigo.

A mí me gusta el fútbol y la poesía,
escucho siempre los mismos discos,
me encantan los asados
y tengo una bocha de amigos.

La relación no prosperó pero
meses después me encontré
al amante indie en el San Bernardo
y lo desafié al ping-pong.

Los viejos borrachos
los hipsters
los merqueros
los chinos
todos se levantaron
para ver ese partido.

Íbamos empatados en seis
cuando la historia
de nuestra rivalidad
terminó de recorrer
todo el círculo de gente.

Sacaba diecinueve a dieciseis
cuando la vi a ella en la multitud
con los auriculares al cuello
sin entender
que no tenía nada que ver.

El match se estiraba a ventiseis
y la gente vitoreaba cada punto
como si fuera un Roland Garrós enano.
Ninguno de los dos jugaba muy bien;
a fin de cuentas
batallábamos por nuestra incompetencia.

Finalmente
dejé un saque en la red
cuando mi rival tenía el match point.
Se lo llevaron en andas
los hipsters del salón,
un chino me ofreció un fernet
se lo acepté.
Ella iba atrás del malón.
Qué gente pajera
de la que uno se enamora.