miércoles, marzo 30, 2011

Amo a una chica kirchnerista


La conocí en una fiesta
de chicas en calzas
ella bailaba en ojotas
llevaba en la pollera
toda la democracia.
No sé cómo le hablé
qué pude decir que no vendiera
mi ingenuidad
pero cuando el sol salió
tenía su teléfono anotado en un volante.
La acompañé a recitales de reggae
en plazas que no conocía de la capital federal
le conté que mi hermano restauró una Siambretta
y le regalé una novela de Conti
que me dijeron, era muy comprometida.
Aun así ella dice que me quiso
porque confundió mi tozudez
con criticismo.
Los troskos denostan nuestro amor impuro:
“Falso, anarquista, posmoderno,
esa chica aunque sea cree en Néstor”.
Me prometo que no me voy a calentar
porque me la quieran soplar.
Mi chica kirchnerista me relaja
me acaricia las orejas
y me canta canciones de Los Fabulosos Cadillacs.
Evito que venga a casa los jueves
porque mamá tiene una señora que limpia
y me da un poco de vergüenza.
La única vez que se vieron
esta señora, Constanza, me dijo cuando se iba:
“dejé los perros encerrados afuera”
y yo le contesté:
“entonces los encerrados
somos nosotros”.
Esta respuesta no le gustó mucho
a mi chica kirchnerista
porque Constanza no se rió
o porque habrá sido medio clasista.
Amo a una chica kirchnerista
con sus contradicciones presentes,
aunque me pida fidelidad
amando a otra mujer,
aunque me considere intransigente.
Yo sé que a ella no la conforma
la tibieza con la que apoyo el modelo.
Admira mucho a mi viejo
aunque sea radical
y ex sindicalista;
en las sobremesas los escucho a los dos
sanguinarios
pelearse por nombres que no conozco
yo la beso a ella en la cabeza
y me levanto a lavar los platos.
En casa hay una pileta
a la que vienen a bañarse
en las últimas horas de la tarde
bichofeos y zorzales.
Tengo un fondo grande
con árboles y perros
tengo un jaulón olvidado
que era el vicio de mi abuelo.
Los domingos nos sentamos
bajo la sombra de la parra
y ella siente nostalgia
me besa y me pide que le cuente
historias de mi infancia
como si yo hubiese nacido en los 40.
Me preguntó una vez
qué va a ser lo que sobreviva
a nuestro amor.
“Algo chiquito
-le contesté-
y letal.
De los hombres y de las bestias
lo último que se descompone
son los dientes”.
Yo con frecuencia pienso
que si se acostumbra
enterrar los cuerpos
para que no los coman los chacales;
ante cualquier final
deberíamos escondernos
y evitar que nos desmembren el cadáver.
Ella, cuando yo lo verbalizo,
me dice que la rapiña es preferible
a esconder el cuerpo de la verdad.
Se calla, muy seria
y me mira.
En sus palabras
o en sus pupilas
encuentro un confort
muy dificil de resignar.

2 comentarios:

Matías dijo...

Bravísimo, capo.

E. dijo...

cosas que pasan.

http://krupoviesa.bandcamp.com/track/breve-cancion-de-amor-peronista